He decidido daros unas serie de puntos que tener en cuenta para crear a vuestro antagonista. Recorad que es mi opinión y que lo hagais de forma distinta a como yo lo hago no quiere decir que lo estéis haciendo mal.
1. El antagonista es un personaje más de tu historia.
A muchos autores se les olvida este punto que parece la mar de simple y construyen al antagonista como al enemigo del protagonista, creando un reflejo inverso de éste. Error enorme.
Para crear a un buen malo debes crear, primero, un personaje. Un personaje con una infancia concreta, unas desilusiones y unos deseos determinados. Una vez que tengas creada su personalidad y su forma de actuar en el mundo, tienes que otorgarla el calificativo de antagonista: es decir, darle unos objetivos que se opongan al protagonista. Sólo así podrás dar cierta profundidad al malo y hacerlo mucho más creible y verosímil.
2. Maldad innata.
Error número dos. Tu antagonista no tiene porque ser, siquiera, malvado. Un buen antagonista no está haciendo el mal por pura diversión, no. Está siguiendo un propósito concreto. Tal vez los medios que use no sean los adecuados, pero este personaje debe perseguir un objetivo y creer que está obrando bien. Es decir, podemos encontrarnos con un malo-redentor o bien alguien que justifique lo que hace por llegar a una meta que él ansía o que cree que será mejor para el mundo.
Del mismo modo que el antagonista no tiene porque ser malo, tu protagonista no tiene porque ser la encarnación del bien. La mejor manera de enfrentar este tópico es crear, sencillamente, dos personajes que se opongan pero que no sea ninguno de ellos malvado ni bueno por antonomasia. Crea claroscuros en tus personajes.
3. No existe la maldad absoluta.
De esta manera, llegamos al punto 3: otorgarle a tu antagonista puntos positivos. Que sea un rey corrupto que ansia dominar el resto de territorios, pero que, al mismo tiempo, luche por erradicar la pobreza y la mala vida de sus subyugados.
Como hemos dicho antes, nadie es malo al 100%, debes establecer un equilibrio creíble entre su lado maligno y sus puntos buenos. Tu decides si es un malo que el lector debería odiar o un malo que termina enterneciendo.
4. La locura en tu villano.
Muchos recurren al tópico de la locura para simplificar a su villano: está loco y por eso actua de forma tan horripilante. Alé, y te quitas el problema de explicar nada más.
Me parece un error. Si decides enloquecer a tu villano, que se vea la evolución: como, poco a poco, va perdiendo su humanidad para convertirse en un monstruo sin escrúpulos, en alguien poderoso dominado por la locura.
Que la locura no sea un motivo para simplificar a tu personaje, sino, todo lo contrario, para darle aún más profundidad psicológica.
5. Evita los tópicos al describir su físico.
Capas negras o rojas como la sangre, encapuchado para no mostrar su rostro, con una pupilas de un rojo penetrante. Y, ya que estamos, le ponemos una serpiente de mascota. Apaga y vámonos. ¿Hay algo más cliché que eso?
Evita que tu antagonista vista con un cliché. ¿Por que no creas un malo malísimo que tenga la apariencia de una dulce niña de cinco años? ¿Por qué tu malo malísimo no es un ángel? Rompe un poco los esquemas y no caigas en convencionalismos.
Pero, lo que más rabia me da, no le pongas mascotas monstruosas: arañas gigantes, basilicos o monstruos de tu imaginación. Me parece un decorado horrible y extremadamente prototípico. Sorprende a tu lector con un malo que monte en un pegaso o un unicornio. Rómpele los esquemas.
6. Esbirros estúpidos e inútiles.
Y el colmo de todo. Creas a un malo malísimo, super poderosos y de la ostia; pero es tan especialito que contrata esbirros estúpidos que siempre consiguen ingeniárselas para ayudar al protagonista sin querer.
Por favor, un poco de seriedad. Un malo de verdad. Un buen malo. No contrata semejante chusma. Un buen malo hace las cosas por sí mismo y si ve a alguien que es tan inutil que puede destruir sus planes, lo fulmina con un rayo. Haz a tu malo inteligente ¡¡y ni se te ocurra que se ponga a narrar su plan secreto en lugar de matar al protagonista!! Siempre que veo una escena así, pienso «Este malo es tonto, mátalo ya ¡y adiós problemas!»
Los esbirros tontos no son más que un as bajo la manga que se gurda el autor para facilitarle las cosas a su protagonista. No se les facilites así. No.
7. Invencible a manos de cualquiera, excepto de tu protagonista.
Y, por último, pero no menos importante: en toda novela sólo hay una persona que pueda derrotar al villano. ¿Lo adivinas? Exacto: el protagonista.
Esto depende mucho de como vayas a montar tu novela y como la enfoques, pero analizando esta idea sin tener en cuenta nada más, me parece absurdo. Generalmente, este malo suele tener cierta repercursión en la sociedad y en el mundo en el que viven, me parece extraño que nadie más aparte de tu protagonista vaya a por él. Es más, incluso me parece demasiada casualidad que sea tu protagonista quien le derrote. Incluso, me atrevería a decir, que me parece demasiado predecible que el malo sea derrotado.
Todo lector que se encuentra con un protagonista y un villano sabe, a ciencia cierta, que tu protagonista matará o destruirá a tu villano. Siempre. Dale un guantazo a tu lector cambiando esto. Que sea otro quien lo destruya, alguien anónimo o sin importancia. Que venza el villano –sin ninguna secuela en la que nadie vaya a solucionarlo-. O, mejor aún, que el protagonista termine formando parte del gobierno del villano. Eso sí que sería sorprendente.
A la hora de escribir, la figura del villano siempre ha sido algo que me ha dado mucho de qué pensar. En algunas historias me parece necesario tener un antagonista, pero no siempre quiero que este pierda; ni quiero, tampoco, que el lector se aburra leyendo un esquema repetido hasta la saciedad en otras obras. Por eso, siempre intento darle un toque diferente. Aunque, reconozco, algunas veces se me va un poco la pinza.
Hola, pues yo no suelo escribir aunque cada dia me entran mas ganas la verdad pero me da miedito xD Eso si, la entrada genial muy buenos tips.
besos
Es gracioso lo del cliché del malo de negro y ojos rojos. El villano de mi novela encaja en eso, pero son rasgos raciales y por tanto no es el único que los posee. Desde el minuto 1 lo presento como a otro personaje más y el acto de brutalidad que inicia la acción es su propia venganza, mala suerte para el protagonista por verse en medio de esta. Él tiene un plan y lo va siguiendo, no le importa quién se le cruce, y no pocas veces usa al protagonista para su plan sin que este lo sepa. Estoy muy contento con cómo me está quedando.
¡Un saludo!
Me encantan los antagonistas que no son malos porque sí, sino aquellos que incluso te hacen dudar a ti como lector e incluso llegan a caerte bien (aunque no compartas su posición).
Gracias por los tips!
Un abrazo,
Nimue
Interesante, muy buenos consejos, coincido contigo bastante
Saludos!
Vale, no he podido aguantarme las ganas de dejarte otro comentario XD
Estoy completamente de acuerdo en todos los aspectos que comentas, eso de explicar el plan secreto en plan Scooby-Doo es tan…Scooby-Doo qué…bueh, pues eso.
¿Sabes la de ideas que dejas caer en tus entradas? No sé si ni siquiera te das cuenta, pero que sepas que son geniales (y me he apuntado alguna que otra), la última que comentas de que el protagonista se una con el vilano es geniaaaaal, me gustaría leerme un libro así.
Ahora mismo la historia que estoy planificando y pretendo escribir no tiene un villano claro, todos los protagonistas se ponen en contra de los otros por sus propios beneficios, así que supongo que no caigo en el tópico de el malo malísimo y el bueno buenísimo.
Y bueno, no sé que contarte que no te haya dicho ya…¡Ah! Creo que no te he dicho que me encantan este tipo de entradas (nah es broma, si que te lo he dicho, ¿no? JAJAJA xD)
Pues eso, un abrazo 😀
Totalmente de acuerdo. Yo también odio cuando el protagonista es bueno y perfecto y el antagonista malo porque sí. Prefiero que sean enemigos por circunstancias, porque tienen intereses enfrentados o el malo porque la vida lo ha tratado mal
No había leído esta entrada hasta que la he visto enlazada en tu post de el villano sicópata.
Me ha encantado. Aparte de borrarme los estereotipos de la cabeza me ha proporcionado alguna idea que pienso usar. En mi caso, el personaje antagonista de mi novela no es malo contra nadie, solo que la situación personal por la que pasa le hace ir en contra de las normas.
El Worldbuilding que estoy creando me va a permitir exprimir mucho el punto 4 del post, ya que el uso de la magia hace que sufras ciertas consecuencias y que vayas perdiendo la memoria, por lo que la locura entra dentro de lo factible.
Muchísimas gracias por el post y un abrazo.
Lo de «Esbirros estúpidos e inútiles.» me hizo reír, y me hizo acordar una cosa que escribí en un borrador. Básicamente, un villano secundario literalmente «fulmina con un rayo» a un esbirro que dejó escapar tontamente a unos prisioneros.
¡Es un cliché que se usa mucho! No tiene porque estar mal en sí, pero hace que los protagonistas lo tengas demasiado fácil xD
¿Que tal esta idea (que le podría servir a todos)? Cuando un esbirro inútil hace algo mal, es ejecutado por el villano, así nadie vuelve a cometer otro error.
Posdata: Tengo una hipótesis sobre los idiotas que revelan su plan. Como la gente en internet quiere saber de todo sobre su mundo de fantasía/ficción favorito, los escritores cometen el error de complacerlos dándoles toda esa información.
Sí, seguramente se trate de algo así. El escritor quiere que todo cuadre y necesita que el villano explique su plan, pero claro… ¿no es mejor que quede todo claro sin necesidad de que el villano tenga que hacer algo tan inverosímil?
Los antagonistas son necesario porque sino no ahí sangre humana hacia ellos. Me refiero por ejemplo. Todos los dragones han muerto por la mano de los hombres. Pero en realidad ellos eran malos por provocar inciendod. Por matar a la gente…. O eran los humanos. Los primeros que lanzan una flecha son los culpables.
¡Hola, Gema!
No termino de entenderte bien. No siempre es necesario un antagonista-villano, en realidad. Existen muchas historias sobre personajes grises, en los que el protagonista podría ser el antagonista si cuentas la historia desde la otra perspectiva. Un buen ejemplo de ello es «Aracnefobia» de Celia Añó. ¡La traje el podcast para hablar de la novelette, de hecho!