La mayoría de novelas de fantasía se ubican en una época medieval muy similar a la nuestra. Aunque tienes mil opciones distintas, siempre se suele optar por crear una historia rodeada de caballeros, príncipes y damas de la corte. Sin embargo, a pesar de este interés por representar una sociedad similar a la nuestra, la mayoría de novelas no tienen en consideración las relaciones de vasallaje ni cómo funcionaban estos pactos en nuestro Medievo.
Como he dicho millones de veces, la literatura fantástica no sólo es época medieval y, es más, aunque la ubiques en una época similar a nuestro medievo, tienes total libertad de crear una sociedad completamente distinta. Sin embargo, tanto si quieres crear un marco histórico similar al nuestro como si no, deberías conocer primero como funcionaban estas relaciones en nuestro mundo para tomarlas como ejemplos (o contra-ejemplos) para crear las tuyas propias.
1. Sociedad piramidal y relaciones de vasallaje
Que la sociedad medieval se sostenía en un sistema piramidal es algo que hemos oído desde primaria pero, al parecer, es algo que no se nos explicó bien. Toda la sociedad forma parte de esta pirámide. Un hombre, posteriormente llamado rey, encabeza una conquista que le hace poseedor de un amplio territorio. Porque no es capaz de gestionarlo todo él sólo y, también, para agradecer la ayuda de sus camaradas, divide el territorio en distintos feudos y lo reparte. A sus subyugados los convierte en vasallos y sellan un pacto de fidelidad. Estos, a su vez, dividirán su propio territorio para crear vasallos leales a su propia causa. La pirámide se va ensanchando hasta llegar a la base: campesinos, obreros y demás personas humildes que deben obediencia a su señor feudal porque les otorga trabajo y hogar, convirtiéndose así en sus siervos.
Así, llegamos a un punto en el que la sociedad es una gran telaraña de fidelidades cruzadas. La mayoría de caballeros eran fieles al rey no por propio juramento sino por el juramento que había realizado su señor feudal y al que debía obediencia. Se podía encontrar, así, situaciones en las que una caballero estaba obligado a participar en un cruzada contra su rey por orden de su señor feudal.
Todo se entrelaza y complica más cuando llega un momento en el que ya no queda territorio que conquistar pero siguen naciendo caballeros ansiosos por conseguir su propio feudo. Avanzada la edad media, nos encontramos en un escenario en el que había demasiados caballeros maduros sin casar, sea por falta de damas dispuestas a casarse con un hombre sin territorio o por falta de logros militares con lo que elevar su estatus social. Llega un momento en el que la única forma de heredar feudo es casándose con una heredera. Y te puedes imaginar todas las conspiraciones y maquinaciones que pueden conllevar estos intereses.
2. Pacto de vasallaje: juramentos y promesas
Pero volvamos a los pactos de vasallaje.
¿Qué suponían estos pactos?
El señor feudal se comprometía a ofrecer a su vasallo:
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Mantenimiento. Un señor feudal ofrece a su vasallo la manutención más llana, como podría ser comida y hospedaje, pero también se podía acordar un pago por sus servicios en calidad de ropa, armadura, armas o, incluso, montura. Además, en muchos casos también se formaba al vasallo tanto en cuestiones de armas como espionaje y, en nuestros mundos de fantasía, también la magia sería algo esencial.
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Protección. Además de ofrecerle hospedaje, se procuraba de que estuvieran protegidos. Es más, se comprometía a socorrer a sus vasallos en caso de peligro.
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En algunos casos, también ofrecía dominio sobre un conjunto de tierras (feudos) y los sobre sus habitantes, que estarán obligados a obedecerle. Pero recuerda que llega un momento en el que no hay territorios para tantos caballeros.
El vasallo se comprometía a ofrecer a su señor feudal:
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Escudaje: prestar auxilio a su señor siempre que este se lo demandara.
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Consilium: Formaba parte del consejo del señor, le ofrecía consejos en temas diplomáticos, políticos y de cualquier otra índole.
Ritual de vasallaje
Las relaciones de vasallaje se formalizaban mediante un pacto invocado dentro de un ritual formalizado en la sociedad feudal cristiana. Siempre se debía hacer ante otros miembros importantes de la sociedad, que dotarían veracidad al acto.
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Homenaje: el vasallo declara su voluntad de ponerse al servicio de su señor. Generalmente, se elabora un discurso en el que se alaba las hazañas de su señor y su relación con él.
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Besamanos: el señor toma sus manos simbolizando la protección y se sella la alianza mediante un beso. El beso puede darse en las manos pero es más habitual ver representaciones en las que se daban un beso en los labios.
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Juramento del vasallo sobre la Biblia, más adelante comentaremos el papel de la religión en todos estos ritos y relaciones.
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Investidura: mediante un gesto simbólico el señor le otorga a su vasallo un feudo. Puede tratarse de entregarle tierra, por ejemplo, pero esto puedes adaptarlo a tu mundo. Con esta entrega simbólica se cierra el contrato.
Investidura real: ritual de coronación.
Cuando un rey moría, se debía coronar enseguida a su heredero. Esto se hacía para ofrecer al pueblo una idea de seguridad y estabilidad política. Sin embargo, la investidura de un rey era algo mucho más complejo y elaborado, aunque guardaba algunos puntos en común con lo anterior.
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Dentro de un marco privado, el nuevo rey, antes de coronarse, recibía a cada uno de los vasallos del rey anterior y les hacía jurar vasallaje ante él. Aquí, se seguiría el protocolo anterior, repitiéndolo para cada uno de los vasallos del reino.
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Posteriormente, en un marco público, se realiza una ceremonia en la que el pueblo estaba invitado. En esta, se corona al rey. Se le entrega cuatro elementos, símbolos de lo que comporta su nuevo rango:
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Corona: soberanía del reino.
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Cetro: símbolo de autoridad
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Orbe: representa el territorio
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Espada: simboliza el poder imperial y la fuerza militar.
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3. Reyes medievales, casi semidioses
Por último, destacar algo importante y que podría darte mucho juego en tus historias. Un rey medieval se consideraba un elegido de Dios. De esta forma, se convertía en la figura que servía de puente entre la divinidad y la humanidad. Antes de coronar a un rey se realizaba una consagración real que servía para equiparar al monarca con la divinidad, distinguiéndolo del resto de mortales.
En la saga del Mar Quebrado, Abercrombie destaca muy bien esta idea de inmensidad. El rey se sienta sobre un trono gigante, alzado en medio de una gran sala pero, sobre él, se erigen las estatuas que representan a los dioses. Vive entre dos mundos y su papel en su reino es saber complacer a ambas partes.
Piensa que el cristianismo es una de las religiones más aburridas, imagina un mundo politeista en el que existe la magia y un rey que vive entre dos mundos. Deberá complacer a unos dioses con mil misiones divinas pero, al mismo tiempo, tendrá que lidiar con una guerra con el país vecino o, sencillamente, alimentar a toda su población. Puedes darle un toque muy interesante a tu historia. Aprovecha el género de la fantasía para jugar mucho con esta visión de la realeza.
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Y eso es todo por hoy. Recuerda pensar muy bien como funciona la política de tu pueblo si deseas trabajar con protagonistas dentro de la corte palaciega. Para hacerte una idea de toda las intrigas que puede darse en la nobleza, te recomiendo la saga ya citada de Abercrombie pero también a Robin Hobb y su trilogía del Vatídico.
Cuéntame, ¿cómo funciona la corte de tu novela?
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Hola, me ha parecido muy interesante tu artículo. Mi novela Shirukuni se está inspirada en el Japón feudal, dominada por la casta samurái. He tenido muy encuenta las figuras casi divinas del Emperador y el Shogun, así como la invulnerabilidad de la nobleza similar a la del periodo Heian. Hay daimyos de provincias, heimin (campesinos, criados, cocineros, jardineros), eta (parias, enterradores, encurtidores) y artistas y oiran (gente dedicada a la prostitución). Lo que sí he querido cambiar es el machismo propio de aquella sociedad, de manera que hombres y mujeres son considerados iguales, tienen la misma formación, cargos e influencia.
Menudo rollo te he soltado, jeje, un saludo.
No te preocupes, mujer. Estos "rollos" me encantan xD
Yo tengo muy poca formación sobre el Japón medieval por lo que todo lo que me cuentas me suena super interesante. Lo bueno de la literatura de fantasía es que puedes jugar con nuestra historia y darle las vueltas que quieras. En tu caso, quitando el machismo de la sociedad; lo que es algo que es muy necesario en literatura, parece que no nos lo podamos quitar de encima ni en ficción.
Un saludo ^^
La consagración real es lo que investía a los reyes de poder curativo mediante el toque real. Sobre todo los reyes franceses y los ingleses lo reclamaron durante la Edad Media. Una manera más de introducir lo sobrenatural en una novela ambientada en la Tierra y ser fiel a las fuentes.
Lo que no se puede hacer es utilizar el término "vasallo" a la hora de referirse a los siervos. Que luego hay mucha confusión.
Y ahora me voy. Estaré en el atrio.
Del toque curativo no tenía ni idea y te doy toda la razón: puede dar muchísimo juego.
Lo de la distinción entre vasallo y siervo lo he distinguido mejor, es cierto que puede llevar a confusión.
Un abrazo!