Hemos hablado muchísimo sobre sistemas de magia. Tomaba una obra sobresaliente y explicaba su sistema de magia para tenerlo como ejemplo a la hora de inventar el universo de nuestra novela de fantasía. Sin embargo, el otro día, Donald (@dswaltz) me propuso la idea de hablar sobre la magia egipcia y, la verdad, me he encontrado con un mina de oro.
Antes de empezar, aclarar que Egipto no es mi especialidad y es probable que me esté dejando mucha tinta en el tintero. Si ves cualquier error, por favor, dímelo en los comentarios y lo corrijo.
Ahora sí, vamos allá.
Hemos tratado ya la magia nominalista, tomando por ejemplo a Ursula K. Le Guin, y en la cultura egipcia el concepto de la magia va por unas líneas bastante parecidas; aunque tiene matices muy interesantes. Empecemos hablando sobre las referencias a la magia que encontramos en su mitología.
1. Isis y el nombre verdadero de Ra
A Isis se la conoce como la Gran Maga, conocedora del nombre verdadero de todas las cosas que existen sobre el Cielo y la Tierra. Todas excepto una, el nombre verdadero del dios sol Ra. En este mito se nos explica como, Isis, al ver al dios debilitado, decide crear a la primera cobra a partir de su saliva. Esta picará al dios sol y lo herirá, haciéndolo enfermar –si, un poco cabrona Isis–. Todos sus hijos se reúnen con él para intentar ayudarlo pero es Isis la única que puede hacer algo. Le expresa que necesita conocer su nombre verdadero para poder sanarlo.
Y esta es la parte interesante de la historia:
Soy un Grande, el hijo de un Grande. Fue mi padre quien pensó mi nombre. Tengo múltiples nombres y múltitud de manifestaciones, y mi Ser está en cada uno de los dioses que existen. Soy proclamado como Atum y como Horus de la Alabanza. Mi padre y mi madre pronunciaron mi nombre, que estaba oculto en mi cuerpo incluso antes de nacer, de modo que nadie puede tener poder sobre mí mediante sus palabras.
Ra, como dios creador, forma todas las cosas a partir de su propia esencia y, por ello, todo es parte de él mismo. Por eso, conocer su nombre verdadero es conocer la esencia, en sí, de la vida. Es por este motivo que se niega a desvelar su nombre pues se tratan de unas palabras de gran poder. Sin embargo, Isis le insiste diciéndole que sólo conociendo su nombre verdadero podrá sanarlo.
Venid, decidme, oh Señor, vuestro nombre, oh divino padre, vuestro verdadero nombre, el nombre secreto que sólo vos conocéis, porque solamente vivirá aquel que es llamado por su verdadero nombre.
Esta idea la va repitiendo a lo largo del mito cuando su padre y creador se niega a entregárselo. Una vez que se lo confía, ella puede realizar un hechizo que expulsa el veneno del cuerpo de la divinidad. Y, después de realizar el hechizo, en el pergamino aparece el siguiente fragmento:
Estas palabras deben ser recitadas sobre una imagen de Atum, junto con una de Horus de la Alabanza, una figura de Isis y una imagen de Horus. Escribe este hechizo y haz que la persona lo trague. También podrá hacerse en una pieza de lino, colocándolo sobre su garganta. Puede ser mezclado con cerveza o vino y bebido por el paciente. Es una destrucción completa del veneno, comprobada un millón de veces.
De aquí sacamos que el mito no sólo sirve para mostrar esta idea del poder del nombre verdadero de las cosas, sino que sirve también para mostrar a los hombres un hechizo que poder invocar para realizar una sanación.
Vemos lo mismo en el mito de Isis y los siete escorpiones. En este mito, Isis castiga a una mujer que le niega asilo haciendo que uno de sus siete escorpiones, con el poder del veneno de todos sus hermanos, pique a su hijo. Sin embargo, se apiada de la mujer y decide salvar al niño. Y, para ello, realizará otro hechizo:
Y yo, Isis, La Señora de la Magia, cuya voz hace que se despierte de la muerte, dije en voz alta las Palabras Poderosas, las Palabras que puede oír incluso la muerte, y puse mis manos sobre el cuerpo del niño al que debía devolver la Vida.
Así, en la mitología vemos como existe una constante: las palabras, el nombre verdadero de las cosas, otorga poder suficiente para llegar, incluso, a burlar a la propia muerte. De nuevo, además, también se añade un hechizo al final del texto para que los hombres lo invoquen en caso de picadura de un escorpión. Por lo tanto, los mitos no sólo enseñan la naturaleza de las cosas, sino que sirven para mostrar a los mortales una forma de dominar la creación.
2. El uso de la magia en la vida cotidiana egipcia
Tal y como hemos visto a partir de los mitos, en el Antiguo Egipto se concebía el nombre de los diferentes seres y entidades como una fórmula que recogía, en sí misma, su esencia. Así, controlar el nombre equivalía a poseer poder sobre las cosas. Este tipo de magia se la llamaba Hekau y consistía en un poder propio de los dioses: la capacidad de entender en su totalidad el funcionamiento del universo.
De esta manera, nos encontramos la figura del mago. Una extensión de este poder divino que es, a la vez, un poder del rey. Estos magos eran funcionarios que trabajan al servicio de la ciudad y que ofrecían toda una serie de servicios al pueblo. En cierto modo, eran similares a los sacerdotes pero se diferenciaban en algo clave. Mientras que los sacerdotes rogaban a los dioses, los magos ordenaban. El culto religioso constaba de fórmulas apaciguadoras dirigidas a las divinidades mientras que el mago, conocedor de la naturaleza de los seres y de las cosas, ordenaba con el poder de la palabra, para conseguir la sumisión de aquellos a su voluntad.
Pero vayamos al grano. Te estoy hablando de este concepto de magia para que puedas tomarlo como ejemplo en tu novela de fantasía. Pues bien, ¿qué capacidades tenía un mago?
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Era conocedor del nombre verdadero de las cosas. Es decir, conocía la naturaleza del universo. Un poder propio del rey pero que les era relegado a ellos para ponerlo a servicio de la comunidad.
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Era un Maa-Jeru (Justo de Voz), poseía una voz apropiada y en armonía con la naturaleza del objetivo sobre el que se estaba realizando el conjuro y adecuado al medio físico en el que se iba a realizar la actuación mágica.
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Contaba con grandes bibliotecas repletas de tratados de magia, unos verdaderos grimorios plagados de grandes hechizos.
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Se creía que la naturaleza debía obediencia a un mago cualificado que invocaba correctamente y en el momento adecuado las palabras de poder.
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Un mago estaba al servicio de la comunidad y bajo la voluntad del rey. Servían para apaciguar todos los malestares de la población: desde invocar las lluvias, hasta sanar de enfermedades mortales. Era habitual recurrir a un mago en situaciones de riesgo.
3. Tipo de aprendizaje mágico
Como hemos visto, el hechizo mágico constaba de dos partes. En la primera, el mago debía conocer las palabras adecuadas para realizar un hechizo; conocerlas le dotaba de la capacidad de entender su naturaleza. En la segunda, el mago debía saber modelar su voz para pronunciar el hechizo en la forma exacta y adecuada.
De esta manera, en mi mente me surge una buenísima idea para cualquier novela fantástica. Ya hemos visto que en Terramar los magos necesitaban memorizar un millar de nombres verdaderos para, más adelante, poder invocarlos y hacer que ellos se doblegaran a su voluntad. Sin embargo, en Egipto se añade la importancia de la dialéctica, la importancia de la pronunciación, la importancia de tener una voz armoniosa y propicia para la magia.
Me imagino una interesante novela de fantasía ubicada en un mundo en el que se busca, con ansia, a aquellos con las voces perfectas para invocar la magia. ¿No os parece bonito que la magia no se dé sólo en el conocimiento de las palabras adecuadas sino también al tener una bonita voz para, tal vez, cantar los hechizos?
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Y eso es todo por hoy. Repito que no soy, para nada, experta en el mundo del Antiguo Egipto, por lo que puedo haberme equivocado en algunos datos. Sin embargo, me ha parecido interesantantísimo ver como el sistema de magia nominalista, tan repetida en nuestra literatura fantástica, imperaba ya en un mundo tan lejano al nuestro.
Cuéntame, ¿conocías este tipo de magia?
Si quieres informarte más sobre el tema, puedes leer esta página web que trata el tema de los magos en la vida del antiguo Egipto con mucho más detalle. Además, te recomiendo leerte el mito del nombre verdadero de Ra y el mito de Isis y los siete escorpiones.
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¡Y nunca dejes de escribir!
¡Qué artículo tan chulo! La verdad es que me recuerda un poco al nominalismo de LeGuin. Me gusta la idea de magos desvividos por la comunidad, daría para una historia muy chula.
Buenas tardes
Me ha gustado mucho el artículo. Conocía desde hace mucho tiempo que la magia egipcia se basaba en los nombres y las palabras y que, muy probablemente, la necesidad de pronunciar hechizos provenía de la tradición mágica de Egipto. Pero no tenía ni idea de la diferencia entre magos y sacerdotes, ni de las leyendas sobre Isis y Ra.
Tu idea de que invocar la magia implique poseer una voz melodiosa da mucho juego. O, incluso, que tengas que pronunciar las palabras con un acento concreto, y haya que ir a buscar al aspirante a hechicero a un pueblo perdido o, aún mejor, que haya que saber donde se habla con tal acento.
La mayoría de sistemas de magia tienen que ver con el lenguaje. Yo me inventé, sin embargo, uno donde recitar hechizos era cosa solo de hechiceros concretos. Tenía a tres "magas". Una no controlaba sus poderes: se lanzaban cuando se asustaba o se enfadaba (como dicta la tradición de la brujería europea), a otra le bastaba con concentrarse y tocar al hechizado, normalmente para curarlo. Y la tercera murmuraba poemas en una lengua muerta, simplemente, como método para que su mente llegara al estado en que podía manipular la naturaleza (también se podía conseguir bailando, -como los Sartan de El Ciclo de la puerta de la muerte-, gesticulando, cantando… a cada hechicero le iba mejor una cosa que otra).
Enhorabuenta por la entrada y un saludo.
Gracias a ti por darme la idea ^^
Me parece un sistema de magia que puede dar mucho juego, especialmente la importancia que dan a la voz. Se pueden crear sistemas de magia muy interesantes ^^
Un abrazo!
Sí, cierto! Lo bueno de este sistema de magia es que se inspiraron en él para crear el nominalismo, pero se dejaron muchos aspectos que nosotros podemos aprovechar para dotar de más matices nuestro sistema!
Gracias por pasarte a comentar, un abrazo!