Las mujeres espartanas

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Ayer salió el anuncio oficial de mi primera novela publicada: «La ciudad sin murallas» con Grijalbo. Llevo años estudiando y aprendiendo sobre mujeres espartanas y me ha parecido el momento ideal para contarte cómo vivían estas mujeres griegas tan particulares. Y, sí, también hablaré un poco de mi libro, pero lo dejo para el final.

1. La sociedad espartana

Antes de hablar de las mujeres, creo que es importante que te cuente cómo se organizaba la ciudad de Esparta a nivel social. Pues, dependiendo a la clase social a la que pertenezca dicha mujer, contará con unos derechos u otros.

Es más que conocido que Esparta es una sociedad guerrera y luchadora, tanto que muchos enemigos decidían abandonar el combate al verlos llegar. ¿Por qué tenían tanto miedo a estos guerreros? ¿Por qué se les consideraba los mejor entrenados? Fácil: porque su sociedad está diseñada para ello.

1.1. Clases sociales en Esparta

Los hombres y las mujeres espartanas se dividían en tres grandes clases sociales:

  • Espartiatas. Aquellos que habían nacido de mujer espartiata y hombre espartiata, independientemente si estaban casados entre sí o no.
  • Periecos. Ciudadanos libres que no tenían la ciudadanía (bastardos, extranjeros, libertos…).
  • Ilotas. Un tipo de esclavo que estaba ligado al territorio. Pertenecían al estado de Esparta y eran los reyes quienes los distribuían para realizar diferentes funciones, aunque mayoritariamente eran esclavos agrícolas.

¿Qué función social tenía cada una de estas clases sociales?

  • Los ilotas eran, como he dicho, mayoritariamente esclavos agrícolas, aunque también podían servir como criados o asistentes en la batalla. Algunos se les entrenaba para ir a la guerra, pero era un excepción.
  • Los periecos eran, mayoritariamente, artesanos y comerciantes. La mayoría residían de forma permanente en Esparta o alguna de las ciudades bajo sus dominios. Debían fidelidad a los reyes, por lo que acudían a la guerra cuando eran convocados para ello, pero no estaban lo suficientemente preparados.
  • Los espartiatas vivían para y por la guerra. Tanto hombres como mujeres eran entrenados físicamente; ellos para entrar a formar parte del ejército, ellas para preparar su cuerpo para traer al mundo a fuertes guerreros.

De esta forma, la sociedad necesitaba la coexistencia tanto de siervos, artesanos/comerciantes y guerreros. Aunque estos últimos eran los que tenían todos los poderes y derechos, en realidad dependían completamente de los otros.

1.2. La vida de un espartiata

Vasija espartana donde parece representarse un maestro y sus pupilo
Vasija espartana donde parece representarse un maestro y sus pupilo

Aunque todos vivían en Esparta, fuera el centro de la ciudad, como a sus alrededores, cuando nos referimos a «espartano» hacemos referencia a este segmento tan pequeño de la sociedad: los espartiatas.

Para que entiendas mejor cómo era la vida de este pueblo, acompáñame en este breve recorrido por la vida de cualquier hombre espartano. Así, cuando toque hablar de las mujeres, podemos comparar ambas vivencias.

  • Antes de los siete años, los niños y las niñas vivían en la oikos familiar junto a sus madres y tías. Eran criados por ellas y las seguían en sus rutinas habituales. Los niños abandonaban el hogar familiar a los siete años, pues entraban en la agogé, un sistema educativo público al que tenían el derecho y el deber de acudir todos los espartiatas.
  • De los siete a los veinte años su custodia pasa a ser del estado, que los educa para hacerlos ciegamente obedientes a sus superiores, también se les adiestra en técnicas de combate y estrategia militar. Además, se les enseña a leer y a cantar. A parte de la obediencia ciega, el estado les obliga a ser autosuficientes: les entregan comida insuficiente para subsistir y se les anima a robar para sobrevivir, por poner un ejemplo. Morían una cantidad asombrosa de niños porque no permitían que débiles superaran el entrenamiento.
  • A los veinte años formaban parte del ejército y no era hasta los treinta que se les consideraba mayores de edad y, por lo tanto, podían ejercer plenos derechos civiles.

Obviamente, todo esto es una generalización y simplificación de lo que era la vida de los espartiatas. De hecho, el agogé se fue haciendo progresivamente más flexible y menos duro para los niños, pues empezaban a tener serios problemas al perder demasiados hombres y niños espartiatas.

2. Las mujeres espartanas

Vista la vida de los hombres, vayamos a conocer cómo era la de las mujeres. La primera (no) sorpresa que me encontré el empezar a documentarme sobre el tema es que no parecía importarle a demasiados estudiosos cómo vivían las mujeres. Algo sorprendente teniendo en cuenta que los hombres pasaban casi todo el año fuera de la ciudad y, por lo tanto, las que se quedaban para mantener la ciudad a flote eran ellas.

Esto no es del todo así, en realidad, porque para eso tenían dos reyes: cuando uno salía a la guerra, el otro se quedaba en la ciudad. Además de que la gerusía (el consejo de ancianos) y el eforado (el gobierno escogido democráticamente) se dividían para no dejar desatendida la ciudad.

2.1. La vida de una mujer espartana

A diferencia de lo que pasa con los varones, tenemos pocos datos que nos ayuden a hacernos una idea de cómo eran las vidas de las mujeres espartanas; pero sí sabemos que entrenaban de forma muy parecida a los hombres y que, a diferencia del resto de mujeres griegas, no se ocupaban de las grandes labores domésticas.

Hasta los siete años, convivían con sus hermanos y primos en la casa familiar, hasta que estos partían al agogé. No sabemos cómo se organizaban sus entrenamientos, pero sí que se ejercitaban con atletismo, jabalinas y saltos. De hecho, reivindicaron entrenar igual que los varones y, por ello, lo hacían igual que ellos: desnudas. Puesto que nos ha llegado que algunas participaban en categorías femeninas de deportes competitivos como el pancracio (algo parecido a la lucha libre), podemos imaginar que también se les entrenaba en la lucha.

«Jóvenes espartanos ejercitándose» de Edgar Degas.

Igual que los hombres, se entrenaban diariamente con el grupo al que pertenecían, dependiendo del año en el que habían nacido. El entrenamiento ocupaba gran parte de su día; pero, a diferencia de ellos, su objetivo era tonificar su cuerpo para que fuera lo suficientemente resistente como para parir. Y aquí radica la gran diferencia. Seguro que hubieron mujeres espartanas en el ejército, pero no sería lo habitual.

A diferencia del resto de mujeres griegas, las espartanas gozaban de ciertos privilegios. Para empezar, podían heredar propiedades y bienes, lo que les podía hacer independientes a sus maridos. Pero lo que a mí me resulta más interesante es que el rito del matrimonio espartano por excelencia era una boda secreta en la que era la mujer quién escogía a su cónyuge. Solo se hacía público el compromiso tras quedar ella embarazada.

Y es que, además, al ser ellas las responsables de las «hornadas» de espartanos, tenían total libertad para escoger pareja con la que concebir. En otras palabras, era muy habitual que una mujer tuviera hijos de diferentes padres. Habitual y aceptado por todos. De hecho, era algo totalmente lógico si tenemos en cuenta que todos los hombres a partir de 20 años se pasaban el año fuera guerreando. De esta forma, podían escoger hombres más jóvenes para concebir.

3. ¡Mi novela de mujeres espartanas!

Portada de "La ciudad sin murallas" de Tatiana Herrero, una novela histórica sobre mujeres espartanas.

Llevo dos años con Esparta en mi cabeza. Todo esto surgió a partir de uno de mis directos en Twitch, en el que hablábamos sobre un capítulo del podcast sobre la homosexualidad en Grecia. Os conté todo lo que ya sabía de este pueblo tan particular y se empezaron a entrelazar los personajes en mi cabeza. Y ahora vengo a decirte que, por fin, no solo está terminada, sino que va a salir publicada el 13 de febrero por Grijalbo.

He querido mostrar una Esparta muy particular, no esa que vemos en el cine: masculina, bélica y victoriosa. Me centro en ofrecer la mirada de aquellas que nunca son retratadas en las crónicas en un momento de crisis para la sociedad Espartana. Es decir, que ni masculina ni victoriosa; bélica sí, porque al fin de cuentas, Esparta es Esparta.

No te esperes una novela histórica sobre grandes hechos ni personajes. Dentro de un contexto histórico muy concreto, con personajes históricos de fondo, he inventado tres personajes y he retratado con ellos tres historias que podrían haber ocurrido. De hecho, la novela se centra totalmente en retratar sus vidas, sus experiencias y frustraciones.

AMBICIÓN, AMOR, LEALTAD Y FORTALEZA SE ENTRETEJEN EN ESTA NOVELA QUE NOS MUESTRA EL LADO MÁS HUMANO DE LA DURA SOCIEDAD ESPARTANA.

Esparta, 242 a.C. La sociedad espartana se enfrenta a una de las mayores crisis de su historia: con los dos reyes enemistados y un sistema económico en declive, la guerra es una amenaza cada vez más acuciante.

Desde niña, Orianna siempre ha soñado con ser una gran guerrera. El único obstáculo con el que se encuentra es haber nacido mujer, pero, decidida a que nada ni nadie la detenga, luchará por obtener un lugar de honor en el ejército de Esparta. Para ello contará con la ayuda de su amigo Egan, un joven tullido que aspira a ganarse la admiración del pueblo espartano y, secretamente, el amor de Orianna, y con el apoyo de Nella, la esclava con la que ambos han crecido y que oculta sus propias ambiciones.

Sin embargo, la sombra implacable del conflicto civil alterará los destinos de los tres de forma irremediable.

Sinopsis de «La ciudad sin murallas»

Y eso es todo por hoy.

Cuéntame, ¿quieres conocer leer una historia sobre mujeres espartanas?


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