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En el anterior capítulo sobre mitología griega, te estuve hablando sobre Artemis. En esta ocasión, me centro en explicarte el mito de Apolo, su hermano gemelo. Pretendía recoger en el capítulo de esta semana todas sus historias más importantes, pero son tantas que me he visto incapaz. Por eso, voy a empezar hablándote, primero, de su figura y sus amantes más famosos. En el siguiente capítulo, te contaré quiénes fueron sus hijos y qué hicieron.
1. Roles y nombres de Apolo
Seguro que conoces alguna parte del mito de Apolo, pues ha sido entendido durante siglos como la encarnación del espíritu helénico. Representa los valores helénicos de la razón, la armonía, la lucidez y la moderación.
Además, dispone de varios roles a los que recurrirá dentro de las historias mitológicas:
- Es el profeta infalible que conoce la verdad, el derecho y la voluntad de su padre Zeus; y quien lo revela a los mortales, aunque a menudo de manera enigmática a través de sus oráculos.
- Es un dios de purificación y curación. Pero, al mismo tiempo, es un dios arquero que dispara desde lejos e inflige plagas y muerte con sus flechas.
- Es el corifeo de las Musas y patrono de la poesía y la música, especialmente aquella interpretada por la lira.
- Actúa como protector del ganado ovino y bovino, y protege el cereal y las cosechas del mal tiempo, plagas y animales dañinos.
En cuanto a su descripción, siempre ha sido entendido como la figura ideal masculina que ha llegado a la plenitud física, pero todavía conserva toda la flexibilidad y vigor de la juventud.
Tan importante fue este dios que, cuando fue asimilado por los romanos, no recibió ningún nombre equivalente, sino que siguió siendo llamado Apolo.
Además de este nombre, desde la época de Homero, recibe a menudo el nombre de Febo Apolo o Febo (Phoibos). Este título se interpreta con frecuencia con el significado de «brillante» o «radiante». Al ser entendido, por lo tanto, como un dios luminoso, se identificó esta deidad con el dios del sol Helios desde el siglo V a.C.
Otro título destacable es el de Licio o Liceo, que recibe tres interpretaciones diferentes: de Licia, dios lobo o dios de la luz. La segunda interpretación hace referencia a las actividades del dios protegiendo el ganado de los lobos. A pesar de que las tres interpretaciones tienen sus defensores, la mayoría de la comunidad apuesta por la primera, debido a los contactos de Apolo con Asia Menor, especialmente la nombrada Licia.
2. El Oráculo de Delfos
Establecimiento del oráculo
Tal y como te conté en el capítulo dedicado a la dios Artemisa, los hermanos son hijos de Zeus y Leto. Tras ser rechazada de muchos lugares debido a los celos de Hera, Leto dio a luz a los gemelos en la isla sagrada de Delos.
Tan extraordinario era este hijo de Zeus que el mito de Apolo, y sus aventuras, empiezan muy pronto. De hecho, lo primero que hizo, poco después de nacer, fue establecer su santuario oracular en Delfos. Para entender el poder de este dios, en el Himno homérico a Apolo se nos explica que nunca fue amamantado por su madre, sino que lo nutrieron a través del néctar y la ambrosía de Themis y se quitó los pañales tan pronto como se los puso.
Tras afirmar que siempre apreciaría la lira y que anunciaría la voluntad infalible de su padre a los mortales, emprendió un viaje en busca de un lugar para su oráculo. Tras haber recorrido gran parte de la Grecia septentrional y central, se detuvo en un atractivo lugar junto a la fuente de Telfusa, en el oeste de Beocia; pero Telfusa, la ninfa de la fuente, se resistía a compartir el lugar con una divinidad que la eclipsaría y le animó a seguir hasta el monte Parnaso con la excusa de que, de otro modo, el ruido de los caballos y mulas que bebían en las fuentes lo molestarían constantemente.
Aunque descubrió que su enclave bajo el monte Parnaso era ideal, se dio cuenta del engaño de Telfusa, pues el guardián del monte era un dragón: Pitón. Apolo consiguió matarlo y luego volvió junto a la ninfa para ajustar cuentas. La castigó escondiendo sus arroyos bajo un acantilado y subordinó el culto de la ninfa al suyo propio, pues erigió un altar en un arboleda cercana, donde fue venerado desde ese momento como Apolo Telphousios.
Sin embargo, existen diferentes versiones sobre cómo dio muerte a Pitón. Como te conté en el capítulo dedicado a su hermana, una de las versiones sobre el nacimiento de ambos explica como Pitón, que poseía también poderes proféticos, quería evitar su nacimiento porque sabía que lo mataría. Tras nacer, y aún en brazos de su madre, se dirigieron al monte Parnaso para darle muerte. Pudo hacerlo solo o junto a su hermana, dependiendo de la versión.
Pero este mito inicial de Apolo no queda aquí. Establecido su santuario, tuvo que buscar sacerdotes que se hicieran cargo. Mientras consideraba este asunto, vio pasar un barco proveniente de Creta en dirección a Pilos. Lo interceptó en el mar, subiéndose a cubierta en forma de delfín. Hizo que el barco fuera empujado al golfo de Corinto. Una vez en la costa meridional de la Grecia continental, cerca de Delfos, se manifestó en su propia forma y ordenó a los cretenses establecer un culto dedicado a él y acompañarlo a Delfos, donde ellos y sus descendientes le servirían como guardianes de su templo.
Otra interpretación sobre el establecimiento para el santuario y oráculo de Apolo es que fue originariamente de Gea. Esquilo nos explica una pacífica traspaso de poder en el que Gea lo transfiera a su hija Themis, esta a la abuela de Apolo (Febe), y esta, a su vez, al propio Apolo. Puesto que el oráculo se presenta como propiedad de la Tierra y las serpientes son criaturas ctónicas, podemos asociar la muerte del dragón con la toma de poder sobre el santuario.
El ónfalo y el trípode
Las otras grandes características de Delfos eran el ónfalo y el trípode. Se suponía que el ónfalo, o piedra-ombligo, marcaba el punto medio de la superficie de la tierra. Era de forma cónica, formada como una antigua colmena y estaba cubierto con cintas de lana. En una sorprendente copia antigua, que aún puede ser contemplada en Delfos, la malla de lana está esculpida sobre la superficie de la piedra. Se dice que Zeus descubrió la posición central de Delfos cuando envió dos águilas desde lugares opuestos de la tierra al mismo tiempo y luego espero a ver el lugar en el que se encontraban. Otras versiones cuentas que fueron cisnes o cuervos, las aves de Apolo.
En la práctica, el trípode era el asiento de la profecía. Estaba en un área excavada bajo el templo de Apolo. Su sacerdotisa, la Pitia, se sentaba en él mientras pronunciaba los oráculos en un estado similar al trance. La idea parece haber sido que la influencia sagrada del dios podría venir desde la profundidades y entraba en ella cuando se elevaba sobre el nivel del suelo. Algunos autores helénico sugieren que este estado de trance fue inducido por ciertos vapores que se escapaban de las grietas, pero esta teoría no encuentra apoyo en las evidencias arqueológicas o geográficas. Esta sacerdotisa era un virgen nacida en Delfos que entrada al servicio del dios de por vida, y siempre vestía como una muchacha. Los sacerdotes de Apolo transformaban sus respuestas en versos antes de que fueran llevados al interrogador.
3. Los amantes más famosos de Apolo
En general, Apolo fue bastante infeliz con sus amores. La mayoría de sus amantes acaban en tragedia o, directamente, son amores frustrados y/o no correspondidos.
Marpesa
Marpesa era una bella princesa etolia, hija de Eveno. Prefirió casarse con Idas, un mortal hijo de Linceo, príncipe etolio en vez de hacerlo con él. Homero hace referencia brevemente al conflicto entre los dos pretendientes y dice que Idas se atrevió a levantar su arco contra Apolo por amor de ella. A pesar de que no se ofrecen más detalles, resulta que Idas venció, porque se nos dice que Marpesa vivió con él y le dio una hija, Cleopatra (futura esposa de Meleagro).
Según una versión posterior muy conocida, Idas secuestró a Marpesa de su casa en Etolia, usando veloces caballos que le había entregado Poseidón. Aunque su padre Eveno emprendió la persecución, sus caballero mortales no pudieron iguales a los regalos del dios del mar. Por desesperación, mató a sus caballos y se hundió en el río, que recibió su nombre. Idas continuó su viaje hacia Arene, donde se enfrentó a Apolo. Cuando el dios intentó llevársela, Idas levantó su arco y amenazó con atacarlo, pero Zeus intervino para separar a los rivales y permitió a Marpesa elegir a su gusto. Temiendo que Apolo la abandonara cuando envejeciera, escogió a su pretendiente mortal.
En otra versión, Eveno obliga a los pretendientes de Marpesa a competir con él en una carrera de carros con la condición de que daría a su hija a quien no alcanzara, pero que matería a quien alcanzara. Después de haber matado a muchos pretendientes y calvar sus cabezas en el muro de su casa, Idas escapó con Marpesa utilizando los caballos de tiro. A partir de aquí, continuará la historia igual que la anterior versión.
Casandra
Otra de las pasiones fatales de Apolo fue Casandra, una de las hijas de Príamo, rey de Troya. Según una historia que aparece en el Agamenón de Esquilo, el dios, herido de amor, prometió garantizarle el don de la profecía en pago por sus favores, pero después de adquirir el don, ella rompió su promesa y rechazo a entregarse a él. Entregado el don, Apolo no podía retirárselo, pero si ofrecerle una maldición: sería capaz de profetizar el futuro, pero nadie la creería.
Esta historia, de hecho, se entrelaza con la de la guerra de Troya, de la que tengo pendiente hacer un par de capítulos al respecto; porque Casandra sabía todo lo que iba a pasar, desde el secuestro de Helena hasta ese caballo de madera, pero nadie la creyó.
Dafne
El mito de Apolo y Dafne es uno de los más famosos, más representados en pintura y escultura; y, cosa que no logro entender, el más romantizado de todos.
Según las versiones más antiguas, Dafne era una seguidora de Artemisa, y como todas las doncellas de su cortejo, no quería saber nada del amor. Apolo se encaprichó de ella, pero también el mortal Leucipo. Este se disfrazó de mujer para poder alcanzar a Dafne (o a la propia Artemis, según la versión); por ello, Apolo hizo que el sol golpeara fuerte para que las ninfas quisieran bañarse y, así, descubrieran el engaño. En este momento de caos, Apolo aprovechó para intentar agarrar a Dafne, pero esta imploró ayuda a Zeus y le pidió apartarse de cualquier contacto humano.
En las versiones más modernas, se explica que el problema se genera por culpa de Eros, dios del amor. Este, al verse ofendido por las burlas de Apolo, que no lo consideraba un arquero de verdad, decidió mostrarle sus habilidades. Así, lanzó una flecha de oro a Apolo, pero una de plomo a Dafne; haciendo que él se enamorara con locura, mientras que ella lo detestara. Según Ovidio, Dafne es hija del río Peneo, de Tesalia, y cuando huye de Apolo, que intenta agarrarla, le pide evitar que Apolo la alcanzara.
En ambas versiones, Dafne se acaba transformando en un laurel, y Apolo queda desolado al perder, según el influjo de las flechas de Eros, a su verdadero amor. Este dolor por la pérdida, queda muy bien representado en una composición poética de Garcilaso de la Vega, el soneto XIII:
A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que’l oro escurecían.
De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado!, ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!
Eso sí, no puedo cerrar esta historia sin recordar que todos los autorEs posteriores acaban romantizando una historia que, en realidad, es un intento de violación. Recordad que Dafne no solo no quería a Apolo, sino que se lo había verbalizado y acaba perdiendo su propia vida humana para impedir el abuso.
Jacinto
Apolo no solo intentaba amar mujeres, sino que tiene varias historias con hombres. El más famosos de todos es Jacinto de Almiclas, cerca de Esparta. Eurípides hace referencia al mito en su Helena, y dice que los espartanos llevaban a cabo ritos nocturnos en honor a Jacinto, al que mató Apolo con un disco cuando competían. Según Ovidio, cuando Jacinto iba a coger el disco para lanzarlo, este rebotó y lo mató.
En una versión más elaborada, Céfiro (el viento del este) o Bóreas (el viento del norte) competía con Apolo por el amor de Jacinto, y estaba celoso de que el joven prefiriera a Apolo, así que hizo que el disco del dios se desviara mientras ambos entrenaban.
Para explicar el origen del jacinto, se creó el mito de transformación en el que una flor roja marcad con las letras AI AI surgió de la sangre de Jacinto (o de sus cenizas), y desde entonces lleva su nombre. Se trata de una planta diferente del moderno jacinto, pues parece que tenía forma de iris.
De hecho, según los estudiosos, el nombre de Jacinto tiene un componente no indoeuropeo. Fue una divinidad prehelénica especialmente venerada en Amiclas y dio su nombre a la antigua fiesta doria de las Jacintias. Se discute si su mito principal pretendía dar cuenta de su subordinación al culto de Apolo.
Cipariso
Cipariso era un joven, favorito de Apolo, que acabó convertido en ciprés. En aquel tiempo, un venado domesticado que vivía en la isla sagrada de Delos, un animal espléndido que estaba consagrado a las ninfas y que no conocía el miedo. Aunque era amistoso con todos, Cipariso estaba especialmente encariñado con él y solía llevarlo a nuevos pastos y manantiales frescos.
Tal era el cariño que le profesaba que envolvía sus cuernos con guirlandas e incluso montaba en su grupa y lo guiaba con riendas color escarlatas. Un día, sin embargo, mientras el animal descansaba bajo la sombra de unos árboles, Cipariso disparó su lanza de caza en esa dirección y lo mató accidentalmente. Desesperado, decidió unirse a él en la muerte, a pesar de que Apolo la instó a que mostrase sentido de proporción. Mientras se consumía de dolor pidió a los dioses que le permitieran lamentarse eternamente y fue transformado en ciprés, el árbol asociado con los lamentos y los cementerios.
En otra versión, Cipariso era un joven cretense que huyó de su hogar para escapar del acaso de Apolo (o Céfiro)y fue transformado en un ciprés en el monte Casión de Siria. Esta versión de la historia parece haber sido conformada a partir del mito de Apolo y Dafne.
Y eso es todo por hoy. Llevaba días queriendo trae el mito de Apolo y sus amantes, pero son tantas que no me han cabido en un único capítulo. Aún me queda explicarte las historias de sus hijos más famosos.