3 tipos de sirenas: griega, irlandesa e ibérica

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Todos sabemos qué es una sirena: una criatura, mitad humana y mitad ave, que canta y atrae a los hombres. Espera, ¿no era mitad humana y mitad pez? ¿No era también aquella que advertía de los peligros del mar? O, espera, ¿no te suena también esa que dedicaba su tiempo en peinar sus largos cabellos? Pues sí. Sí a todo. Porque tipos de sirenas hay muchos y alrededor de todo el mundo. En el capítulo de esta semana, analizaremos algunos de ellos para comparar y ver los marcos narrativos de cada uno. Tú, en tu imaginación, usa estas referencias como te plazcan.

1. La sirena en la mitología griega

El primero de los tres tipos de sirenas vamos a verlo a través de la mitología griega. Como ya sabes si eres asidua, la griega es una mitología muy amplia y, por ello, contamos con dos criaturas que podrían ajustarse a la definición de sirena, si bien es cierto que la sirena de nuestro imaginario popular actual es una combinación de ambas.

1.1. La sirena clásica

Son las más clásicas pero, al mismo tiempo, las que menos se conocen. Su origen es un poco difuso. En algunas versiones, se habla de que son las hijas o bien de Aqueloo, o bien de Forcis, ambos dioses fluviales, con una de las musas.

Sin embargo, la historia que me interesa a mi es otra. Cuenta esta leyenda que las sirenas eran originalmente humanas amigas de Perséfone que la acompañaron durante el rapto de Hades. Ya fuera a petición de ellas para ayudar a su amiga o por castigo de Deméter al no impedir el rapto, se convirtieron en seres mitad ave y mitad humanas.

Tipos de sirenas: griega
Ulises y las sirenas de John William Waterhouse

Todas las versiones, fuera su origen uno u otro, explican que estas cinco sirenas, aunque en algunas versiones varía su número, vivían en una isla rocosa del Mediterráneo frente a Sorrento. Su canto atraía a los varones de forma casi inevitable, de allí las pericias de los grandes héroes para impedir su atracción. Sin embargo, en muchos textos encontramos referencias que nos indican que las sirenas no son seres malignos. No atraían a los hombres para devorarlos ni con malas intenciones. Era su música la que los llamaba y se abstraían tanto escuchándola y deleitándose con estos places que olvidaban comer y morían desfallecidos.

Se cree, además, que originalmente las sirenas tenían un papel totalmente distinto. Se trataban de genios encargados de guardar el paso hacia las puertas de la muerte; de ahí su apariencia de pájaros. Sin embargo, pronto se vieron relegadas de esta función al aparecer Hermes, el dios mensajero. Cuentan las leyendas que todas las sirenas desparecieron pues, al cumplirse el oráculo al resistirse Odiseo de sus encantos, se lanzaron al mar y parecieron en él.

1.2. Las Nereidas

¿Pero cómo hemos podido pasar de este sirena-ave a la sirena que todos conocemos? Aquí entran las Nereidas, descendientes de Gea y su hijo Ponto, el mar. Esta pareja divina (e incestuosa) crean una familia cuyos miembros son, mayoritariamente, ninfas acuáticas. Ponto no aparece como una divinidad personificada ni se encuentran mitos sobre él, ya que el dios que gobierna los mares es Poseidón. Se tiene de Ponto una visión parecida a la de Gea, pues representa físicamente al mar.

Gea engendró cinco hijos de su relación con Ponto: Euribia, esposa del titán Crío; Taumante, el padre de las harpías y de Iris; Forcis y Ceto, que se casaron entre sí aún siendo hermanos y fundaron una familia de monstruos; y Nereo, dios marino que fue el padre de una gran progenie de ninfas marinas. Este dios será el que nos interesa ahora mismo para entender el origen de las Nereidas.

Nereo era, como he dicho, un dios marino. Vivía en el interior de una brillante cueva en las profundidades del mar junto a sus muchas hijas, las Nereidas. Tiene poca importancia en los mitos y es descrito como una divinidad honesta y que jamás engaña, debido a sus poderes proféticos, muy habituales en criaturas marinas, y recibe el epíteto de «anciano» por ser infalible, afable y siempre consciente de lo que es correcto. Esta criatura mitológica solo aparece en un único mito importante, la vieja historia en la que Heracles lucha contra él para que le revele el camino que conduce a las Hespérides. Pero esa es otra historia.

Cuadro que representa el baile de las Nereidas
Danse des Naiades de Adolphe La Lyre

Nereo desposa a Dóride y tuvieron una gran familia de ninfas marinas, denominadas Nereidas, que vivían con sus padres en las profundidades del mar. De hecho, ellas desempeñan un papel muy importante en la creencia y el culto populares, mucho más que su propio padre. De hecho, se llegaron a hacer sacrificios en honor a las Nereidas. Con pocas excepciones, permanecieron juntas sin contraer matrimonio y solo salían de su morada para competir con las bestias marinas entre las olas o para bailar en la costa. Algunas Nereidas cuentan con historias individuales como Tetis o Galatea. Pero eso podemos tratarlo en un episodio diferente.

Si te fijas, no dejan de comportarse de forma muy similar a la concepción arcaica de la sirena, aunque las Nereidas son criaturas marinas, sí, pero carecen de cola de pez. Es más, parece que estos dos tipos de sirenas, las sirenas-pájaro y las Nereidas han acabado fundiéndose en una sola criatura en nuestro imaginario, mientras que el término Nereida ha acabado designando a las ninfas marinas hadas más modernas, en el lugar que antes ocupaban las Dríadas, Melias y otras criaturas similares.

2. La merrow irlandesa

El segundo de los tres tipos de sirenas lo encontramos en la cultura irlandesa y, más concretamente, en la figura de la merrow. Son criaturas marinas mitad humano, mitad pez. La primera diferencia con el mito clásico es que son una especie distinta a la humana y que, por lo tanto, existen ejemplares masculinos, si bien también se recalca que son más numerosas las hembras que los machos.

Los merrows se caracterizan por las membranas de sus manos, su clara hostilidad hacia los humanos y sus prendas mágicas que les permiten atravesar cualquier corriente oceánica. También es destacable el hecho de que se especifica que los machos son más feos que las hembras: poseen dientes puntiagudos y rostro semejante a un cerdo.

Relieve de un merrow
Bajo-relieve en la Catedral de Clonfert

Lo especialmente interesante de estas figuras es que poseen, igual que ya vimos acerca de las hadas medievales, un marco narrativo específico. Si un humano es capaz de robarle las prendas mágicas a un merrow, tiene completo control sobre él. Y completo, es completo. Generalmente, los mitos versan sobre hombres que obligan a una merrow a casarse con él para quedarse con una esposa bella y, también, todo su tesoro. Si en algún momento la criatura recupera su prenda, la llamada del mar es tan fuerte que abandona su hogar e, incluso, a sus hijos.

El mito es bastante culebronero, cierto. Pero imagínate la historia que podrías crear si alguien es capaz de controlar a un grupo se merrows y usarlas para hacerse con algo determinado. Se podría trabajar muy bien una relación de posesión y todas las implicaciones que podría tener para los implicados.

Este marco narrativo también se ve en las sirenas vascas, también conocidas como Arrainandereak. En este caso, el intrépido que desee dominarlas, tendrá que arrebatarle el peine con el que trenzan sus cabellos. Sin embargo, se advierte de la ferocidad de la sirena y de la posibilidad de que muera ahogado en el intento.

3. La sirena ibérica

Ya para acabar, el último de los tres tipos de sirenas vamos a verlos a través de la cultura y mitología ibérica. Ya hemos visto las sirenas vascas dentro del mismo marco narrativo de las irlandesas, pero en España tenemos otros mitos diferenciados.

Cuadro de uno de los tres tipos de sirenas
«La sirena» de John William Waterhouse

Una de las historias más llamativas es la de Marina o Marinha y que sirve para dotar de origen el linaje Mariño. Cuenta la leyenda que Roldán, el sobrino de Carlomagno, no murió en la batalla de Roncesvalles de 778, si no que terminó en la Isla de Sálvora, en Galicia. Allí, una noche de tormenta se encontró a una sirena estirada en la playa. Sin pensárselo dos veces, se la llevó a su casa y se acostó con ella, y después de una tórrida noche, se le ocurre preguntarle su nombre —porque es un auténtico caballero— y se da cuenta de que es muda. Sin que esto importe lo más mínimo, se casan y tienen su primer hijo. En la noche de San Juan, se descubre que Marina no era realmente muda, sino que un trozo de carne le impedía hablar. Al escupirlo, puede comunicarse con su esposo y todos son muy felices. Termina la leyenda diciendo que Marina, tras la muerte de su esposo, volvió al mar. Pero antes, impuso una condición a su pueblo: cada generación de Mariño debía entregarles un niño que se llevaría con ella al mar. El elegido sería reconocido porque nacería con los ojos del color de las olas.

También tenemos nuestras propias sirenas extremeñas que viven los ríos y se dedican a ahogar a sus presas. De hecho, se cuenta que existe una que recorre el Tajo y otra que todas las noches de San Blas sale de la fuente de Luná en Usagre para atraer a sus víctimas. En Cantabria, además, tenemos a la Sirenuca, una joven humana que desobedecía siempre a su madre acercándose a los acantilados y que esta, ante el peligro, clamó a Dios que su hija de convirtiera en pez. Dedica su vida a alertar con sus cantos a los marineros que se acercan peligrosamente a los acantilados y, así, evitar su muerte.


Eso es todo por hoy, pero no son los únicos tipos de sirenas que puedes encontrar en mitos y leyendas alrededor de todo el mundo. Me he quedado sin espacio para traerte de las sirenas chinas o las representaciones egipcias de humanos sirénidos. De una punta a otra del mundo, encontramos en los manuscritos más antiguos referencias a estos seres.

Cuéntame, ¿qué otros tipos de sirenas conoces?


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6 comentarios en “3 tipos de sirenas: griega, irlandesa e ibérica”

  1. ¡Hola! ☺️
    Todo este tema se funde con el de las ninfas del agua que hay en multitud de mitologías de la Península Ibérica. Xanas, Mouras, Donas d’iagua, Xanes, Janas, Inxánganas, Lamias y me estoy olvidando como cinco o seis.

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