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Conoces a Zeus y sabes que la lista de hijos que engendró puede parecer inacabable. Es el rey de los dioses por excelencia y parte de su poder lo ejerció engendrado más y más dioses y semidioses. Pero no solo vamos a hablar de los hijos de Zeus hoy, también lo haremos sobre el fin del mito de sucesión que iniciamos con el mito de Urano y Gea, y continuamos con los hijos de Cronos y Rea.
1. Zeus en el imaginario colectivo
Muchos pueblo indoeuropeos tienen en su imaginario a una divinidad que se asemeja mucho a Zeus. Otros de sus nombres podrían ser Dyaus en India, Júpiter en Italia o Tiwaz entre los pueblos germánicos. El significado original de este último es «brillante» y, de hecho, hace referencia directa a cómo se le concibe: el dios del cielo o de los fenómenos celestes y atmosféricos. Sus funciones primarias estaban relacionadas con la lluvia, el trueno y el relámpago, lo que podría relacionarse incluso con la fertilidad de la tierra.
Tiene tantos atributos y sobrenombres que se convirtió muy rápidamente en el dios por excelencia, pues apenas hay ámbito de la naturaleza o de la actividad humana con el que no esté relacionado. Se considera la fuente del orden y de las leyes que lo preservan. Esto tiene tanto peso que su nombre lo emplean varios pensadores de tendencia monoteísta.
Se le representa en el arte como una figura imponente: un hombre vigoroso normalmente cubierto con un manto de la cintura para abajo, sosteniendo un cetro, un rayo o ambos y acompañado de su inseparable águila. También se le asocia al roble por dos motivo: por un lado, por la belleza y la majestuosidad; por el otro, porque eran muy frecuentemente alcanzados por rayos. Además, era el portador de la égida, una coraza o escudo que compartían Zeus y su hija Atenea y que con solo su presencia podía causar terror a los Titanes.
2. La juventud de Zeus
Tal y como hemos visto en el episodio anterior, cuando hablábamos de los hijos de Cronos y Rea, su madre entregó a Zeus a Gea para salvarlo de ser devorado. Su abuela lo ocultó en su interior y lo dejó al cuidado de unas ninfas que se ocuparon de él durante toda su infancia.
Sobre la forma en la que lo ocultaron de su padre, existen varias tradiciones y versiones. La más extendida nombra a Amaltea como su cuidadora, pero a vece se la presenta como una ninfa y otras como una cabra. Depende la versión, se alimentaba o de la leche de la cabra o de miel de los panales de alrededor.
En todas las versiones, se hace especial hincapié en cómo ocultaban los llantos del recién nacido para que ningún titán pudiera oírlo ni encontrarlo. Es en este momento que aparecen los Curetes, divinidades menores, que realizarán un ritual muy ruidoso para disimular el ruido del niño. Depende la versión, este ritual lo llevaban a cabo en la puerta de la cueva en la que se escondía; pero otra versión explica como Amaltea colgó una pequeña cuna en lo alto de un árbol para que nadie en la tierra ni en el cielo diera con él. Los Curetes bailarían alrededor del árbol, según esta tradición. Lo más curioso de este mito es que, a pesar de haber salvado y protegido a Zeus, será este quien acabe con sus vidas cuando intenten raptar al hijo que tuvo con Ío. Pero eso es otra historia.
Por lo que respecta a la figura de la cabra, siendo la propia Amaltea o el animal que la acompañaba, existen muchas historias a su alrededor. La más curiosa es la que la nombran la hija de Helios, con una piel tan brillante que atemorizaba a los titanes. Estos le pidieron a Gea que la ocultara en el interior de la tierra, justo en el lugar donde criaría a Zeus. Fue a través de su piel que Zeus creó su famosa égida y eso explica por qué los Titanes la temían tanto.
Cuando es adulto, consigue vencer a su padre y encerrarlo. Pero quedan dos cuestiones aún por resolver: cómo se dividirían el universo entre él y sus hermanos, y la búsqueda de una consorte. La primera fue sencilla de resolver. Los tres hermanos varones se repartieron al azar las tres zonas: Zeus se quedó con la tierra y el cielo; Poseidón, el mar; y Hades, el mundo subterráneo.
3. El fin de la profecía de Urano
Además de la búsqueda de una consorte, queda aún un asunto por resolver. Al igual que a sus antecesores, existe la profecía de que uno de los hijos de Zeus le destronaría. Pero conseguirá ponerle fin a esta profecía con una treta muy astuta.
Su primera esposa fue la titánide Metis, diosa de la astucia y de la prudencia, y la misma que le ayudó ofreciéndole la pócima que haría vomitar a su padre. Sin embargo, sus abuelos (Gea y Urano) le advirtieron de que esta unión era muy peligrosa porque nacería primero una hija que sería tan fuerte y sabia como su padre; pero después un hijo que lo derrocaría como soberano.
Al enterarse de esto, decidió actuar de tal forma que pudiera evitar el desenlace. Imitando a su padre, se comió a su mujer estando esta embarazada. Así, con este acto, se asegurará que no pudiera llegar a parir a sus hijos. Además, también se entiende como un alegoría: al ingerirla, adquiere él también esta sabiduría que necesitará como gobernante.
Pero, como he dicho, Metis estaba embarazada. Y una particularidad que tienen los dioses es que son inmortales. Por eso, de Zeus nacerá Atenea. Hay varias versiones de cómo sucede, pero en todas ellas Atenea nace directamente de la cabeza de su padre, adulta y completamente armada. Se convertirá en la hija predilecta de Zeus y en la diosa de la inteligencia y la astucia militar, entre otras muchas cosas.
4. Los hijos de Zeus y los dioses olímpicos
Como bien sabes, Zeus es un dios especialmente lujurioso y tuvo muchas relaciones. De hecho, se conocen más de treinta nombre que hacen referencia a la progenie del rey de los dioses. Esto, en parte, tiene lógica, pues es el dios entendido como el padre de todos, pero al mismo tiempo encontramos algunas contradicciones.
Por un parte, la versión más arcaica le otorga varias esposas. Metis siempre es considerada la primera; pero a ella le sigue Themis, la madre de las Horas (Estaciones) y las Moiras; Eurínome, madre de las Gracias; Démeter, diosa del cereal y madre Perséfone; Mnemósine, madre de las nueve Musas; Leto, madre de Artemis y Apol·lo; y Hera, su hermana y diosa del matrimonio.
Sin embargo, la historia más extendida de las mujeres de Zeus es aquella que explica que Hera es su única mujer y toda las demás, relaciones extramatrimoniales. Esto concuerda mejor con la visión monógama que se tenía en la Grecia antigua y podría entenderse como la visión más extendida. En aquella época, los hijos ilegítimos seguían formando parte de la familia, del mismo modo que lo harán los diferentes hijos de Zeus, muy a pesar de su queridísima esposa.
De esta forma, los dioses olímpicos estarán compuestos por los seis hijos de Cronos y Rea, pero también por varios de los hijos de Zeus. Así, generalmente el panteón de los doce dioses griegos se divide en tres grupos: los dioses de esta primera generación (Zeus, Hera, Poseidón, Deméter, Hestia y Hades), cuatro dioses principales e hijos de Zeus (Atenea, Apolo, Artemisa y Ares) y dos dioses engendrados durante la edad heroica de dos mujeres mortales (Dioniso y Hermes).
Eso es todo por hoy. Podría dedicarme horas y horas a hablar sobre las diferentes aventuras que vivieron estos dioses, así como sus nacimientos y lo importantes que fueron para el imaginario griego. Pero me quedo sin tiempo y sin espacio.