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Me temo que el largo viaje que hemos iniciado juntas para conocer a los grandes dioses del Olimpo ha llegado a su fin. Empezamos con los seis hijos de Urano y Gea y, de entre sus nietos, el último que ocupa un puesto en el Olimpo, es Hefesto: el dios del fuego, de la fragua y de la inventiva.
1. Hefesto, dios del fuego
Como sucede con otras divinidades, Hefesto es un dios importado de Asia. Estuvo muy poco venerado en la Grecia continental; mientras que en Asia Menor tuvo una gran importancia. Los lugares en los que el culto era más potente coincidían con elementos naturales que, desde su punto de vista, evidenciaban la cercanía del dios; como pasaba con las regiones que tuvieran gran cantidad de gas natural o formaciones volcánicas.
Como curiosidad, la isla Lemnos, que poseía una montaña de origen volcánico, tenía una ciudad costera denominada Hefestia. Recibió este nombre debido al mito de Homero en el que explicaba cómo cayó del Olimpo hasta aterrizar en esta isla. Ya volveremos más adelante a explicar el por qué de esta caída.
Hefesto está asociado al fuego y, como tal, siempre se le ha representado como un herrero. Poseía una fragua subterránea, donde trabajaba para sus semejantes, creando armas y artilugios que pudieran ayudar a los héroes de las grandes leyendas. Como sucede con todas las localizaciones importantes, muchas regiones han intentando apoderarse de ser quienes albergaban semejante taller. Todas coinciden con ser un lugar de una extensa emisión de fuego y humo.
A pesar de lo comentado más arriba, si bien es cierto que Hefesto fue una figura secundaria en la mayoría de ciudades griegas; sí cobró importancia en Ática, especialmente en Atenas, origen de muchos artesanos que dependían del fuego para llevar a cabo sus creaciones. Es curioso, sin embargo, que no tuviera más relevancia en otros lugares, incluso siendo reconocido universalmente como parte del panteón.
2. Nacimiento y caída del Olimpo
Existen varias versiones sobre el nacimiento de Hefesto que conectan o no con el nacimiento tan particular de su hermanastra Atenea. Lo único que tienen en común todas las versiones es que Hera es su madre. Una de las versiones más antiguas, la de Homero, lo incluye como uno de los hijos legítimos del matrimonio. Es decir, que su padre es Zeus.
Sin embargo, esta es la única versión en la que se dice que Hefesto tiene padre. La versión más extendida es que se trata de una ginogénesis; es decir, una concepción en la que no interviene varón. El motivo de este embarazo suele ser que, visto que Zeus daba a luz a Atenea, Hera se cargó de envidias y concibió un hijo propio. De nuevo, encontramos otra versión que contradice esta, pues en el nacimiento de Atenea ya estaba presente Hefesto, pues fue quien partió el cráneo a su padrastro para permitir el nacimiento de Atenea.
Como se ha comentado antes, Hefesto se cae de los cielos, del propio Olimpo. Aunque la mayoría de mitos coinciden en este hecho, el causante de la caída y el motivo de esta agresión varían. Puede deberse a obra de Zeus o de Hera y la caída lo deformará y tullirá. Ese es el motivo por el que, popularmente, se le conoce como el dios más feo del Olimpo.
En otra versión, nace ya tullido y Hera, avergonzada de lo que ha creado, lo arroja y cae al mar. Lo rescatan Tetis y lo oceánide Eurínome, que lo cuidaron durante nueve años en una cueva bajo el océano. Él las recompensó creando joyas para ellas. En otro relato homérico, Zeus lo expulsa del Olimpo al interponerse en una pelea entre su madre y él.
En las versiones en las que es Hera quien lo expulsa del Olimpo, Hefesto se venga de ella. Le envía un trono de oro que ha fabricado él mismo. Al sentarse Hera en él, quedará atrapada e incapaz de liberarse. Enviarán mensajeros con órdenes y peticiones de parte de su madre y del propio Zeus, pero Hefesto se niega a acudir en su ayuda. Solo lo hace después de la intervención de Dioniso, que lo emborracha y lo lleva hasta el trono de su madre.
3. La fragua de Hefesto
Hefesto, como dios del fuego, de la fragua y de la inventiva, tenía un taller en el mismísimo Olimpo. Allí creaba objetos maravillosos, algunos mágicos y útiles; otros intrincados y de gran belleza. Creaba armas de gran poder y valor, así como armaduras que podían usar los propios dioses o algunos mortales de renombre. También había fabricado autómatas doradas que le servían como ayudantes.
Con el paso del tiempo, llegando ya al periodo clásico, se entiende que su taller está en la tierra mortal e intentan colocarla en un espacio determinado. Una de ellas es la isla de Lemnos, donde se encuentra la ciudad de Hefestia, pues en un relato acudió allí el ciego Orión a pedirle ayuda. Sin embargo, como la montaña de Lemnos no tenía actividad volcánica, los autores prefieres situarlo bajo el monte Etna, en Sicilia, o bajo un volcán en las islas Eolias del norte. Así, podían explicar las llamas y el humo que salían de ambos volcanes.
Igual que la ubicación de su fragua va cambiando, también lo hacen sus ayudantes. Homero describe a Hefesto como un trabajador solitario, solo acompañado de sus autómatas. A partir de Calímaco se le proporcionan asistentes como los Cíclopes, los que habían armado a Zeus con su rayo. De esta forma, uniendo ambos personajes, se imaginaba esta fragua como un lugar en el que se fabricaban los rayos de Zeus, las flechas para Artemisa y las armas de los héroes de las historias.
4. La creaciones de Hefesto
Aunque si imagen principal era la de herrero, Hefesto abarcaba muchas disciplinas y creó muchas más cosas aparte de armas y armaduras. Por un lado, era el encargado de construir las casas, palacios y templos más importantes. Por otro, creaba autómatas con consciencia propia, que podían seguir órdenes y le obedecían: desde simples ayudantes o doncellas, a perros de caza o trípodes con orejas que servían para espiar conversaciones ajenas.
Si bien es cierto que la mayoría de sus creaciones tenían un fin positivo ―es decir, servían para ayudar o favorecer a quien recibía el regalo―, una de ellas se emplearon como trampas o castigos. Este podría ser el caso de la propia Pandora y la caja que tenía prohibido abrir; o la red con la que atrapó a Ares y Afrodita, en la versión del mito en el que ella es su esposa.
Solo en esta versión se le reconoce estar casado con Afrodita, mientras que en las más extendidas lo está con una de las Gracias. De hecho ―permíteme que lo incluya como parte de sus creaciones―, tuvo pocos hijos, la mayoría herederos de su malformación (Perifetes y el argonauta Palemón) o sus habilidades manuales (Árdalos, constructor y músico legendario).
Y eso es todo por hoy. Hefesto, como dios del fuego, es más un personaje secundario dentro de otros mitos que protagonista de los suyos propios; pero resulta interesantísimo conocer mejor al fabricante y herrero de los dioses.